El ayudante de boca aterciopelada bebió leche del conductor de la furgoneta. Al necesitar ayudar con los gastos del hogar, el joven gay decidió dejar de besarse y buscar trabajo. Comenzó como asistente en una funeraria, donde debía entregar ataúdes y coronas de flores. Extraño, pero para el bastardo todo era normal, sobre todo porque se había fijado en el conductor de la furgoneta de reparto. Un macho de unos 35 con esa mirada que dice: quieres polla, aquí tengo una para que la chupes. Y ni siquiera era sólo un hombre, era realmente cierto. En cada viaje llevaba toda la leche de cabrón en el baúl.
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