Está en la sangre

El abuelo negro agarró a mi colega y se corrió dentro. Cuando fue a visitar la casa de su amigo conoció a todos: padre, madre, hermanos y su abuelo que vivía allí. Como el bastardo cachondo era negro y hombres mayores, el culo le guiñó un ojo cuando estrechó la mano grande y áspera del viejo. La pregunta era ¿cómo cantar y más, cómo estar a solas con el negro para insinuarse al macho? El destino conspiró en esto porque a la semana siguiente hubo un accidente de tránsito y todos fueron al hospital, quedando solo el grandullón y él en la casa. No había otra manera. Cuando deslizó su mano por su pierna, el anciano lo dejó. Al palpar el material vio que estaba duro, faltaba mucha madera para quemar.