Primão mostró la boca y preguntó: ¿puedes darme tu culo? Lo de los niños era en esa etapa de burlarse, de bromear pero sin el coraje de enfrentar su deseo. Hasta que el chico perdió la paciencia, sacó su garrote de carne y dijo: mira que cachondo estoy. ¡Déjame comerte el culo! Prometo tomarlo con calma, AL PRINCIPIO…
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