Pivete cambió el bacalao por rabo de toro. Aunque era un auténtico holgazán, nunca le dio un golpe en el ojo a un amigo e incluso cuando el joven fue internado, supo evitarlo. Pero ya sabes cómo son las cosas, una joven siempre tiene un montón de machos pisándole los talones y no tardó mucho en soltar al joven. El joven se decepcionó y en ese momento el niño se sintió libre de atacar y le ofreció un plato que iba a comer hasta emborracharse, le gusta tanto y lo repite todas las semanas.
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