Los pasivos que tienen un amigo gordito no tienen hambre de pollas. Así como los activos sienten la necesidad de poner el clavo en el tablero, los pasivos también pierden el gran trabuquete que invade su puerta trasera. Así se encontraba el joven, tirado en su casa un viernes por la noche. Pensó en salir a algún lado, tomar unas copas y tal vez arrastrar a un chico a casa, pero le daba pereza invertir, así que recordó el pequeño contacto. Ese amigo que, sobre todo, folla bien. Envió un mensaje y por suerte para él también estaba trasteando. Resultado: ¡la cerradura encontró la llave!
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