Mineiro llegó con ganas de comer tranquilamente y beber profundamente. Cuando escuches a un hombre adulto hablar mucho, no te lo tomes en serio porque es muy probable que sea mentira. Como dice el refrán: un perro que ladra no muerde y un perro que habla no jode con esas cosas. El chico de Minas Gerais no dice nada sucio. La gente piensa que es un hombre santo y casado. ¡Qué nada! cada vez que puede escapar y se queda atrapado en la cola del oso. Aprendió que el secreto es garantía de repetición.
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