Entró en la maloca de pinguços y se convirtió en snack bar. Cada uno tiene sus propios vicios, pero cuando se juntan varios de ellos, como la cachaça, el polvo y las piedras, la cosa sale mal y el peón se convierte en maloqueiro. El chaval lo sabe y descubre una casa abandonada donde se refugian los nudos ciegos y, atrevido como es, fue hasta allí a ofrecer su culo caliente. ¿Y no ha funcionado? Ahora siempre pasa por allí para deshacerse de los vagabundos.
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