Dio un aventón, se llevó de regalo una lactancia y un culo peludo. Nuevos tiempos, nuevos dichos populares. Lo que era “una mano lava la otra” se convirtió en “un gallo ayuda a un rabo”. Todo empezó cuando se quedó hasta tarde en la empresa trabajando horas extras con su colega. Cuando se iba preguntó si quería que lo llevaran y el chico aceptó. Simplemente no se imaginaba que a mitad de camino el pequeño bastardo le pondría la mano en la polla y le pediría amamantar. Por supuesto que puedes chupar, pero conmigo la leche tiene que ser en el culo…
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